Hoy la vi, paseaba contenta por las alegres calles del pueblo, incluso parecía que las luces navideñas hacían juego con su sonrisa. Estaba tan radiante que era imposible no mirarla.
Yo intenté disimular, pero me fue imposible.
Fue pura intuición, esa coincidencia que hacía cruzarnos cada día por el mismo sitio, despertó mi curiosidad, curiosidad que fue mas allá y se convirtió en tentación, así que la seguí.
No se porqué hoy y no ayer... Pero estaba decidida, esa mujer me atraía de una manera extraña, sentía la necesidad de saber mas sobre ella.. pero ¿ porqué ?
Esta vez no dudé ni un momento, la escolté sin que se diese cuenta hasta cuatro calles mas allá. Sus andares eran propios de una diosa, su melena bailaba con el viento y su perfume acariciaba el aire por donde pasaba.
En un preciso instante se paró, abrió su gran bolso en el que metió su delicada mano para sacar unas llaves y cruzó el portal dejando entre abierta la puerta...
No pude resistirme, esperé unos minutos y me dirigí hacia allí, sentía una fuerza atrayente enorme de la que no conseguía despegarme, quería saber mas.
Entré decididamente, no sin antes pararme a respirar hondo unos segundos dentro del mismo descansillo del edificio, preguntándome ¿ donde te crees que vas ?
En ese mismo momento sonó una puerta, alguien bajaba las escaleras rápidamente, así que intenté disimular dándome media vuelta hacia los buzones.
Un olor familiar cruzó tras de mí, y precisamente no era de mujer.
Me giré rápidamente y allí lo vi; anonadado, perplejo, sorprendido.... y yo sin mediar palabra tragué saliva lentamente.
Frente a frente, mi marido y yo... mientras el silencio hablaba por nosotros...